jueves, 29 de enero de 2015

Más allá del verso...


La segunda jornada de encuentros teóricos de este miércoles estuvo sensiblemente marcada por el ideario martiano sobre la Educación
Para Amarilis Batista la educación tiene que favorecer el desarrollo de un pensamiento crítico propio. Foto:Yaimí Ravelo
Así como en las calles, en las escuelas, y en cada uno de los cubanos que lo sentimos dentro, Martí andaba también entre los delegados del Congreso Internacional Pedagogía 2015 este 28 de enero.
Y lo hizo de una forma diferente, lo hizo superando todos los estereotipos, emergiendo del corazón y las iniciativas, como la del instructor de arte Enrique Santiesteban, de la Uni­ver­sidad de Ciencias Pedagógicas José de la Luz y Caballero, de Holguín, quien convirtió uno de los pasillos del Palacio de Con­ven­cio­nes en tribuna para entonar canciones tradicionales de las tierras caribeñas, y pensar al Apóst­ol, y sus ideas de vanguardia en  torno a la educación.
“Puesto que a vivir viene el hombre, la educación debe prepararlo para vivir”, dijo el más universal de los cubanos sobre uno de los temas que ocupan la agenda de este evento: la formación ciudadana en valores. En un foro debate sobre el Pensamiento educativo latinoamericano la doctora Amarilis Batista, de dicha universidad, presentó los resultados de una investigación que desarrollaron un grupo de profesoras sobre La educación ética ciudadana desde el pensamiento de Martí a Fidel Castro.
Pocas preguntas bastaron para que la pedagoga cubana hilvanara en diálogo con esta re­portera un conjunto de ideas cardinales del autor intelectual del asalto al Cuartel Mon­cada, útiles para los cubanos de hoy : “Martí está presente cada día y es, como dijo Lezama Lima, el misterio que llevamos dentro”, aseveró.
“Su pensamiento y acción revolucionaria constituyen un paradigma, un modelo para las actuales y futuras generaciones. Martí va a vivir siempre en el pensamiento y en los objetivos del pueblo cubano, porque retomó los ideales más importantes del pensamiento, de la historia, de los héroes cubanos que le antecedieron.
“Después vino Fidel, y cuando en el alegato de defensa La Historia me absolveráseñala que el autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada es Martí, ya Fidel Castro había conocido a profundidad el pensamiento martiano. Además, se percató de que su pensamiento emancipador traído a las condiciones históricas concretas de los años 50 en Cuba, en medio de una crisis institucional y económica, podía convocar a los jóvenes y dirigir una revolución social”.
Sobre la impronta del Héroe Nacional en los modelos de enseñanza expresó que la pe­dagogía cubana “es y será eternamente martiana”. “Hay muchos aspectos éticos de su pensamiento sobre los cuales nosotros volvemos: el valor del patriotismo que según él es la levadura mejor de todas las virtudes humanas; el papel de la honradez, cuando nos dice que un hombre que oculta lo que piensa no es un hombre honrado. Y si lo dice en el libro para los niños La Edad de Oro es porque le está dando un valor importante a la honradez, que no la vincula solo al hecho de no apropiarse de lo ajeno, sino que la persona sea capaz de decir la verdad y defender sus puntos de vista”.
José Martí, ese “hombre de tribuna”, como lo calificó la chilena Gabriela Mistral, cuyo pensamiento es estudiado desde una multiplicidad de aristas, puso bajo su mirada crítica los problemas más acuciantes de su tiempo, y entre ellos estaba el surgimiento del imperialismo. En relación con este tema la investigadora destacó que el estudio de nuestra sociedad, la sociedad americana y latinoamericana, le permitió avizorar las características de lo que él llamó ‘el monstruo revuelto y brutal’. “Hay que analizar más ese pensamiento en nuestras aulas, que por un lado destaca la grandeza y cultura de esa nación, y por otro critica los antivalores que en ella iban emergiendo”.
“La educación tiene que desarrollar en los niños, adolescentes y jóvenes un pensamiento propio, la capacidad de discernir lo que es bueno, justo, honrado, digno, y para Martí la dignidad era pensar por sí mismo, era también el respeto al ser humano, a su autenticidad, el desarrollo de su autoestima, y en eso la escuela tiene que hacer mucho todavía.
“Martí aportó a la pedagogía un método, la persuasión, la reflexión, el desarrollo de la sensibilidad, y lo más importante para los tiempos que vivimos en Cuba hoy, es que nos enseñó a cultivar un pensamiento que se derive de la cultura, de los conocimientos, del estudio”.

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