viernes, 21 de octubre de 2016

El presidente Obama se va, pero el bloqueo se queda

Texto íntegro de la Intervención de Josefina Vidal, Directora Ge­neral de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX), en el acto convocado por la juventud cubana contra el blo­­queo, en la Universidad de La Habana
Foto: Yander Zamora
Intervención de Josefina Vidal, Directora Ge­neral de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX), en el acto convocado por la juventud cubana contra el blo­­queo, en la Universidad de La Habana, el 17 de octubre de 2016, “Año 58 de la Revo­lución”.
(Versiones Taquigráficas-Consejo de Es­­tado)
Buenos días a todos.
Muchas gracias a todos ustedes por la invitación que me han hecho, para junto a todos los jóvenes aquí reunidos, junto a todo el pueblo de Cuba sumarme, como ya lo hice antes a través de Internet, de las redes sociales, al voto de Cuba contra el bloqueo; porque el bloqueo daña al pueblo cubano, daña a Cuba en su conjunto, daña el funcionamiento de nuestra economía, daña las relaciones de Cuba con terceros países y de terceros países con Cuba e incluso, daña las relaciones que pudiéramos tener con los propios Estados Unidos. Por todo eso vamos a votar contra el bloqueo, y aquellos que no lo han hecho, todavía tienen la posibilidad en la página web de Cuba contra el bloqueo.
Antes de tener una conversación —por­que entiendo que esta es una conversación con ustedes y que voy a recibir preguntas de ustedes, no quiero que esto sea un monólogo— quisiera que me permitieran hacer unas breves reflexiones introductorias —no voy a ser muy extensa en mi presentación—, teniendo en cuenta que solo hace tres días hubo anuncios en los Estados Unidos referidos a Cuba, hu­bo dos anuncios: el primero, una di­rec­tiva presidencial de política, cuyo título es Normalización de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, y el se­gundo, el quinto paquete de medidas pa­ra modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo.
Sobre esto se ha hablado desde el viernes pasado por nuestra parte en la Can­cillería, a través de la prensa cubana, en los sitios digitales como Cubadebate, pero considero que es importante, ya que he­mos tenido un poquito más de tiempo du­rante el fin de semana para meditar, porque estas medidas fueron anunciadas solo el viernes pasado 14 de octubre, de compartir con ustedes algunas reflexiones y algunas conclusiones preliminares, a las que hemos llegado luego del estudio y el análisis de estos dos anuncios.
En primer lugar, quisiera referirme a la directiva presidencial de política sobre Cu­ba. Es la primera directiva sobre Cuba que aprueba y emite el presidente Obama que, como ustedes saben ya está a punto de dejar el gobierno dentro de unos meses, exactamente el 20 de enero de 2017, cuando asumirá la dirección de ese país el nuevo gobierno que resulte de las elecciones que tendrán lugar el 8 de noviembre, o sea muy pronto.
Como dije a algunos medios de prensa que convocamos con rapidez al MINREX el viernes pasado, para dar nuestra primera reacción al anuncio de esta directiva y lo reitero hoy, consideramos que este documento es un paso significativo en el proceso hacia el levantamiento del bloqueo y hacia la mejoría de las relaciones con Cuba.
Es la segunda vez que un presidente de Estados Unidos emite una directriz dan­do indicaciones a las distintas ramas del gobierno federal para iniciar y conducir un proceso hacia la normalización de las relaciones con Cuba. El primero en ha­cerlo fue el presidente Carter en el año 1977, aquí tengo copia del documento original. Esta fue su directiva (señala) indicando dar pasos exploratorios para la normalización de las relaciones con Cu­ba; fue un documento secreto hasta el año 2002, cuando él pidió a su biblioteca desclasificarlo y lo trajo a Cuba y nos lo entregó en el contexto de la visita que realizó a nuestro país en aquel momento. Fue una directiva sencilla, breve, apenas una cuartilla y media y, como ustedes sabrán, por lo que pasó en la historia de las relaciones con Cuba, que se vino a menos, y no fue posible en su periodo presidencial avanzar hacia la normalización de las relaciones.
Ahora el presidente Obama ha emitido un documento un poco más extenso, su traducción al español tiene 15 páginas, y sobre el cual quiero dar mis apreciaciones.
Este documento emitido por Obama establece una guía para desarrollar un proceso que hacia el futuro debería conducir a la normalización de las relaciones. Pero hay que tener en cuenta que en este documento lo que se refleja se hace desde la óptica del gobierno de Estados Unidos, y por tanto el documento en sí mismo no puede despojarse de una visión injerencista que históricamente ha marcado la proyección de Estados Uni­dos hacia Cuba.
Yo quisiera hacer una breve disección sobre su contenido, y para ello me voy a referir, inicialmente, a lo que consideramos son algunos elementos favorables que aparecen en esta directiva: Primero, es un esfuerzo, hay que reconocerlo, para tratar de asegurar en el futuro la continuidad de la política actual, que comenzó el 17 de di­ciembre del 2014, pero solo en caso de que un futuro presidente de Estados Unidos decida seguir ese curso. En tanto es una directiva de esta presidencia y que no hay obligación de seguirla al pie de la letra por los futuros gobiernos de Estados Unidos; a lo mejor algunos lo hacen, a lo mejor otros no, a lo mejor en parte, a lo mejor sencillamente la revocan y emiten una directiva totalmente diferente. Pero, bueno, hay que reconocer que es un paso en el sentido de dejar una guía que pueda servir para el escenario en que un futuro presidente de ese país quiera dar continuidad a esta política.
En el documento —y creemos que es por primera vez, según lo que hemos estudiado a lo largo de muchos años— por primera vez en un documento oficial del gobierno de Estados Unidos aparece el reconocimiento a la independencia, la so­beranía y la autodeterminación de Cu­ba, que nosotros desde que restablecimos las relaciones con ese país, consideramos que deben ser y deben continuar siendo los principios esenciales sobre los cuales se desarrollen nuestros vínculos de cara al futuro.
También hay un reconocimiento en esta directiva, igualmente por primera vez, a la legitimidad del gobierno cubano. Hay que entender que la política de Estados Unidos durante más de 55 años pasó, en todas sus aristas, por no reconocer en lo absoluto al gobierno de Cuba como un interlocutor legítimo; en todo momento se negaba la legitimidad de Cuba, y eso fue un sello de todas las políticas seguidas durante más de cinco décadas.
Bueno, en esta directiva aparece el reconocimiento del gobierno de Cuba como un interlocutor válido, un interlocutor serio, legítimo e igual del gobierno de Estados Unidos y, a su vez, hay un reconocimiento de los beneficios que reportaría a ambos países y a ambos pueblos el logro de una relación de convivencia civilizada, dentro de las grandes diferencias que existen y que, por supuesto, van a seguir existiendo en el futuro.
Y en particular la directiva se propone seguir desarrollando los vínculos con el gobierno cubano y la cooperación en áreas de interés mutuo. Y reitera, algo que el presidente Obama ha dicho en otras ocasiones, que el bloqueo es obsoleto y debe ser levantado, e insta una vez más al Congreso de Estados Unidos a trabajar en esa dirección.
Ahora bien, hasta ahí los componentes esenciales que consideramos que tienen un matiz favorable en su tratamiento dentro de la directiva. Pero a su vez hay un grupo de elementos que tienen un rasgo injerencista.
La directiva no oculta, y desde sus primeros párrafos es visible, que el objetivo de la política de Estados Unidos es lograr el avance de los intereses de ese país en Cuba, que consiste en promover cambios en el ordenamiento político, económico y social de nuestro país. A su vez, refleja un interés muy marcado en el desarrollo del sector privado en Cuba —sabemos por qué razón ellos hacen un énfasis en es­to— y cuestiona profundamente el sistema político del que nos hemos dotado los cubanos.
No renuncia, de hecho reconoce que seguirán siendo utilizados en el futuro, al uso de viejos instrumentos de la política del pasado, de la política de hostilidad hacia Cuba, y menciona en particular que continuarán las transmisiones ilegales de radio y televisión contra Cuba; que seguirán los programas que ellos llaman dirigidos a «promover la democracia» en Cuba y que son programas de corte subversivo que se proponen promover cambios en nuestro país, y se mantiene la intención de involucrar en la ejecución de estos programas a una gama amplia de la sociedad cubana.
Por último, algo que es muy importante —no es lo último que se dice, pero es la última reflexión que hago con ustedes— expresa claramente que Estados Unidos no tiene la intención de modificar el tratado que dio lugar a la ocupación de una porción del territorio cubano por la Base Naval en Guantánamo.
En resumen, como elementos conclusivos del análisis que hemos hecho sobre la directiva presidencial de política para la normalización de las relaciones con Cu­ba: Establece una nueva política, a partir del reconocimiento de que la anterior fracasó. Pero, ¿en qué fracasó? Bueno, se plan­tea claramente que en lo que fracasó fue en el logro de cambios en Cuba que respondan a los intereses de Estados Unidos. Por tanto, hay un cambio en la política, se confirma que hay una modificación en la política, pero no en el objetivo estratégico que seguirá persiguiendo la política, que es promover cambios dentro de nuestro país. Para ello se recurre a viejos métodos, los viejos, los del pasado, que ya les mencioné. O sea, se va a continuar apoyando esa política en instrumentos como los programas subversivos, las transmisiones ilegales de radio y televisión, las restricciones del bloqueo que pudieran eliminarse por decisión ejecutiva y no se hace en toda la magnitud de las capacidades ejecutivas que tiene el Presidente y, a su vez, se mezclan, se combinan estos instrumentos del pasado con nuevos métodos acordes a la nueva realidad bilateral, que son los intercambios de todo tipo entre Cuba y Estados Unidos, el comercio limitado de acuerdo con las mínimas restricciones que se han modificado hasta ahora, el diálogo y la cooperación con el gobierno de Cuba en temas de interés mutuo.
Se reitera el llamado al Congreso a que levante el bloqueo, alegando que es una carga pesada y obsoleta sobre el pueblo de Cuba; pero, a la vez, se dice claramente que es importante que se levante el bloqueo porque constituye un impedimento para que Estados Unidos pueda avanzar en sus intereses dentro de Cuba.
Se reconoce —como ya les dije— la autodeterminación y la independencia de Cuba, la legitimidad del gobierno cubano, se llega a afirmar que Estados Unidos no pretende imponer un nuevo modelo en nuestro país y que corresponde al pueblo cubano tomar sus propias decisiones; sin embargo, a la par, no abandona esta directiva su proyección injerencista y su comportamiento habitual de querer in­miscuirse en los asuntos internos de nuestro país.
En síntesis, la directiva contiene en sí misma concepciones y propósitos que se contraponen al objetivo declarado de nor­malizar las relaciones con Cuba.
Nosotros queremos, en esta ocasión, reiterar una vez más que la voluntad del gobierno de Cuba es desarrollar relaciones respetuosas y de cooperación con Estados Unidos; pero esto tiene que ser sobre bases de plena igualdad y reciprocidad, respeto absoluto a la independencia y la soberanía de Cuba y sin injerencias de ningún tipo.
Y ya más acorde con el tema que vamos a abordar hoy, que es el del bloqueo, coincidiendo con la directiva presidencial de política, el pasado viernes 14 de octubre se anunció también un nuevo paquete de me­didas, por parte de los Departamentos del Tesoro y Comercio de Estados Unidos, para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo.
Estas medidas entran en vigor a partir de hoy. Las medidas —como ya dijimos el viernes pasado en declaraciones preliminares a la prensa— son positivas, pero tienen un alcance muy limitado. Hay que ver su contenido para darse inmediatamente cuen­ta de eso. En su mayoría están dirigidas a ampliar transacciones que ya habían sido aprobadas con anterioridad y que, en general, ha sido muy trabajoso implementar, llevarlas a la práctica, como resultado de que se mantienen todavía en vigor un grupo de restricciones que no permiten avanzar en su aplicación.
A manera de síntesis de estas regulaciones, las limitaciones fundamentales que nosotros apreciamos son:
En primer lugar, no se permiten las inversiones en Cuba, y esto es algo que el presidente Obama pudiera autorizar. Re­cor­de­mos que en enero del 2015 y en sucesivos paquetes de medidas el presidente Obama aprobó y autorizó las inversiones en Cuba en la esfera de las telecomunicaciones, lo cual demuestra que sí se puede, como dice el propio eslogan del presidente Obama; sin embargo, no se ha querido hasta ahora usar esas prerrogativas que él tiene para permitir que las inversiones de compañías norteamericanas en Cuba puedan hacerse en otros muchos sectores de nuestra economía y no solamente en las telecomunicaciones.
No hay una expansión de las exportaciones de Estados Unidos a Cuba más allá de las muy limitadas ventas que fueron aprobadas en paquetes anteriores y que excluyen que esos productos de Estados Unidos puedan destinarse a las ramas esenciales de la economía cubana.
Para que tengan una idea, no se permiten las exportaciones de Estados Unidos a Cuba ni para el turismo, ni para la producción energética, ni para la perforación y exploración petrolera, ni para la industria minera. Como ustedes ven, algunas de las más im­portantes ramas de nuestra economía.
Se mantienen, en sentido general, todas las prohibiciones para las importaciones de productos cubanos en Estados Unidos. Hay una única excepción que se ha aprobado en este último paquete de medidas del viernes pasado, finalmente, después de muchos reclamos de algunas compañías estadounidenses muy interesadas, que es la posibilidad, en lo adelante, de que productos farmacéuticos cubanos puedan ser exportados a Estados Unidos, es la única excepción que se hace, para productos que son producidos por la empresa estatal cu­bana. O sea, la empresa estatal cubana, en general, tiene prohibido exportar a Es­tados Unidos, la única excepción ahora, son los productos farmacéuticos. ¡Bien­venida la no­ticia! Por supuesto, habrá que esperar a que la Agencia de Alimentos y Medica­men­tos de Estados Unidos certifique esos productos cubanos para que se pueda concretar y materializar su comercialización y distribución en Estados Uni­dos; pero, de nuevo, consideramos que es­ta sí es una medida positiva.
Llamo la atención, es muy curioso, que cuando se anunció este paquete de medidas el viernes pasado, le dio la vuelta al mundo una noticia: Los norteamericanos que visiten Cuba, en lo adelante podrán comprar tabaco y ron sin límites y llevarlos para Estados Unidos para su uso personal. Esto le ha dado la vuelta al mun­do. Bien­venidos los norteamericanos que ya po­drán comprar tabaco y ron en Cuba... A mí me parece que se pone fin a una prohibición ridícula, que permitía a los estadounidenses cuando vinieran a Cuba solamente comprar un disco de música, un libro, una obra de arte, como resultado de una excepción aprobada a fines de los años 80, que permitió la ad­quisición de materiales informativos y culturales; sin embargo, hasta ahora no podían comprar ni ron, ni tabaco, ni café, ni muchos otros productos cubanos que pueden ser de su interés y ahora, finalmente, se ha eliminado esta prohibición, podrán hacerlo; pero, ojo, ¡atención!, esto no quiere decir que las empresas cubanas del ron y del tabaco están autorizadas a vender sus productos en Estados Unidos. Por tanto, el impacto de esta medida será muy limitado en términos de los beneficios que pueda reportar a la economía cubana.
Por otro lado, no se anunciaron nuevas medidas en el área financiera; como ustedes saben, sigue siendo muy restringido el espacio de maniobra de Cuba en el sector financiero para sus relaciones con Estados Uni­dos y el resto del mundo. A pesar de que se autorizó el uso del dólar en las transacciones internacionales de Cuba en marzo pasado, les reitero que hasta el día de hoy, porque estuve chequeando el sábado con las contrapartes cubanas, hasta el día de hoy, Cuba no ha podido todavía hacer depósitos en efectivo en esa moneda ni realizar pagos a terceros en dólares estadounidenses. Por tanto, es una medida que está pendiente de implementación y ello se debe, en particular, a que los bancos del mundo siguen aterrorizados ante el riesgo que significa trabajar y relacionarse con Cuba y la posibilidad de que se adopten multas, como ha ocurrido en los últimos años de manera significativa. Y se ha mantenido sin cambios la prohibición para que Cuba pueda abrir cuentas corresponsales en instituciones bancarias norteamericanas.
Por eso nosotros consideramos, y lo reitero en el día de hoy ya para concluir, que las nuevas medidas adoptadas y que entran en vigor hoy, benefician más a Estados Unidos que a Cuba y al pueblo de Cuba. El bloqueo persiste. El presidente Obama acaba de reiterar en la directiva presidencial que firmó el viernes pasado que el bloqueo debe levantarse, pero la realidad es que él no ha agotado todas sus prerrogativas ejecutivas para contribuir de manera decisiva al desmontaje y desmantelamiento del bloqueo. El presidente Oba­ma va a concluir su mandato dentro de tres meses, él se va, pero el bloqueo se queda. Mientras esta situación se mantenga, Cuba seguirá presentando su Re­so­lu­ción pidiendo el levantamiento del bloqueo ante las Naciones Unidas. Lo haremos nuevamente dentro de nueve días, el 26 de octubre, miércoles; invitamos a todos ustedes a darle seguimiento a la cobertura que se hará en vivo de esta actividad desde la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, y esperamos que, como ha ocurrido en los últimos años, el mundo, como todos nosotros ya he­mos hecho, vote contra el bloqueo.
Muchísimas gracias (Aplausos).
Ahora yo los invito, porque les dije, les prometí —creo que lo cumplí— que iba a hablar bastante breve para ser un tema tan complejo, que tiene mucha tela por donde cortar, pero dijimos al principio que esto era una conversación, así que me encantaría, de verdad, que me hagan cualquier pregunta, la que sea, cualquiera que pueda servirles para esclarecer información.
Rachel (Instituto Superior de Rela­cio­nes Internacionales).—Usted hablaba al principio de las nuevas normas o directivas que se dieron a conocer recientemente. Mi pregunta está enfocada en el sentido de que estamos en un contexto, que usted misma ejemplificaba, de elecciones presidenciales, que son unas elecciones que más bien parecen un circo, estamos viendo un escenario entre Hillary Clinton y el Partido Repu­bli­cano, en este caso representado por Donald Trump, que estamos viendo que tiene el enfoque más bien de no proseguir con las medidas de Obama. Pero vemos a Hillary que sí trata de mantener este avance que se ha dado en las relaciones. ¿Estas nuevas normativas que estamos viendo, tendrían un impacto efímero? Y, posteriormente, ¿cuál sería la posición, en este caso, del gobierno de Estados Unidos a partir de estas nuevas normativas? ¿Cuál sería la posición en ese sentido de republicanos y demócratas con relación a estas normativas? ¿Cuál sería ya el enfoque, luego de estas elecciones, con respecto a la posición Cuba-Estados Uni­dos? ¿Estos avances se mantendrán? ¿Es­tos avan­ces seguirán en pie o habrá otro tipo de relación?
Gracias.
Josefina Vidal.—El 8 de noviembre to­­dos, más tarde o más temprano en la noche, en dependencia de cuán reñida sea esta elección, sabremos quién va a ser el próximo presidente de Estados Unidos que va a asumir su cargo el 20 de enero del 2017.
Una vez más reitero que esta directiva presidencial es del presidente Obama. Por lo tanto, en principio es válida y es una instrucción para trabajar en las relaciones con Cuba para su gobierno; el presidente que le suceda no tiene obligación de darle continuidad, puede revocarla totalmente y emitir una nueva directiva, puede enmendarla para introducirle cam­bios, puede, incluso, no tocarla, engavetarla y no hacer nada; o sea, va a depender de cuál es la voluntad de ese futuro gobierno en lo que respecta a la política hacia Cuba. Yo creo que, efectivamente, es una directiva para ser cumplida por el gobierno del presidente Obama, pero que en caso —y eso creo que es importante también— de que un futuro presidente de ese país, o ahora o más adelante, tenga el interés de darle continuidad a un proceso dirigido hacia la normalización de las relaciones con Cuba, yo creo que este documento de ahora puede servir como un punto de referencia para beber de las experiencias que puedan haber sido positivas y también de las cosas que no funcionan para avanzar en esa dirección. De nuevo, es una directiva de este presidente que el otro no está obligado a mantener, pero que puede servir de guía hacia el futuro.
Es curioso cómo al darse a conocer esta directiva se anunció que deroga otras mu­chas que estaban en vigor en el pasado. Ahora estamos haciendo un estudio y estamos pidiendo apoyo a compañeros muy ave­zados en el tema, estamos ha­ciendo todo un levantamiento histórico para lograr determinar cuáles son esas otras directivas del pasado que estaban vivas y que ningún presidente posterior había revocado, pero que sencillamente no estaban siendo aplicadas, y eso nos puede dar la medida de lo que puede pasar también en el futuro.
Recuerdo que en el año 1985 el presidente Reagan emitió una directiva presidencial instruyendo al Departamento de Estado no otorgar visas para ir a Estados Unidos a ningún miembro del Partido Comunista de Cuba ni a ningún cubano que trabajara para el gobierno de Cuba. Esa directiva es­taba viva todavía al parecer, es una de las que voy a confirmar ahora si ya se derogó; pero fíjense que a lo largo de los años, ¿se aplicó o no se aplicó? Reagan la aplicó con mucho rigor y casi ningún cubano que quería ir a Estados Unidos para intercambios culturales, científicos, educacionales, incluso funcionarios del gobierno, pudo visitar ese país. Ya después otros gobiernos flexibilizaron su interpretación y no la aplicaron. Eso les da la medida a ustedes de cómo se puede jugar con este tipo de instrumento, pero ciertamente es una directiva de Oba­ma, no hay obligación de continuidad en el futuro, pero a la vez puede servir de referencia para el que quiera seguir un cur­so similar.
Muchas gracias.
Jorge Serpa (Facultad de Geografía, Uni­ver­sidad de La Habana).—Mi pregunta va encaminada a que ya se acerca próximamente la votación, el día 26 de octubre. Quisiéramos conocer cómo es el clima en Naciones Unidas en estos momentos y principalmente si se conoce algo sobre la posición que el Estado de Israel va a adoptar este año.
Josefina Vidal.—La posición de los paí­ses, sobre todo el país que preguntas, la vamos a saber el día de la votación. Pero yo lo que sí quiero decirles es que, como ustedes saben, en junio, aunque Cuba hizo la presentación oficial aquí en La Habana por parte de nuestro Ministro en septiembre, el gobierno de Cuba entregó al Secretario General de las Naciones Unidas el Informe sobre cómo se ha continuado aplicando el bloqueo contra nues­tro país. Muchísimas naciones del mun­do y organismos de la ONU también presentaron sus propios informes para explicar cómo han sido im­pactados igualmente por la aplicación colateral, extraterritorial del bloqueo. Nues­tra Misión en Naciones Unidas se ha mantenido muy activa, in­formando permanentemente a todas las representaciones ante esa organización sobre las últimas manifestaciones del bloqueo, que hasta muy recientemente se siguen presentando.
La semana pasada, recuerdo, obtuvimos una información sobre cómo una entidad se negó a transferir el pago de la cuota de Cuba a la Unión Interpar­la­men­taria. Todavía, des­de hace meses, Cuba no ha podido pagar su cuota y está en mora, a la Asociación de Estados del Caribe, porque hay bancos internacionales que se han negado a hacer estas transferencias, incluso para las Naciones Unidas e incluso en otras monedas que no son el dólar, como expresión de que el bloqueo sigue vivo y sigue afectando a Cuba. Por lo tanto, nosotros esperamos de nuevo —no podemos anticipar el voto, lo veremos el 26 de octubre— que la comunidad internacional se ponga del lado de Cuba y pida el fin del bloqueo.
Gracias.
Greisy (ISRI).—Buenos días.
Profesora, en muchas ocasiones he­mos escuchado que el presidente Obama o cualquier otro Presidente de Estados Unidos tiene prerrogativas que pueden hacer del bloqueo casi una política vacía, sin esperar a que el Congreso derogue esta Ley. Enton­ces, yo quisiera que pueda recordarnos una vez más cuáles son esas prerrogativas que tiene el presidente Obama o cualquier otro Presidente de Estados Unidos y que hasta hoy no ha utilizado.
Josefina Vidal.— Gracias.
Como ustedes conocerán ya, por los años que llevamos abordando este tema, el bloqueo empezó siendo una decisión ejecutiva del presidente Kennedy, quien emitió una directiva estableciendo originalmente, como ellos llamaban en su lenguaje, el embargo al comercio con Cuba. O sea, lo primero que se cortó fue el co­mercio con Cuba, y después se le fueron añadiendo los otros elementos, en términos de relaciones financieras, servicios, hasta derivar en lo que es hoy el bloqueo, que es un amasijo de regulaciones que impiden prácticamente cualquier ti­po de relación normal en la esfera económica, comercial y financiera entre Cu­ba y Es­tados Unidos.
En el año 1996, en medio de un forcejeo entre los sectores que se oponían al levantamiento del bloqueo y otros que estaban presionando a favor de la eliminación de esta política, y como resultado de situaciones de tensión en las relaciones bilaterales y de la decisión del gobierno de recrudecer el bloqueo a Cuba, se aprobó y el presidente Clinton firmó la Ley Helms-Burton en el año 1996; se firmó en el mes de marzo.
Foto: Ismael Batista
La Ley Helms-Burton introdujo un cam­bio importante en el bloqueo, ¿en qué sentido?, le retiró al Presidente en lo adelante la potestad para mediante una firma decir: el bloqueo se acabó. O sea, hasta ese momento cualquier Pre­sidente de Es­tados Unidos podía haberle puesto fin al bloqueo. A partir de 1996 esa es una po­­testad que se le ha retirado al Pre­sidente y que ha pasado al Congreso.
Por tanto, en primer lugar, para que el bloqueo algún día termine totalmente, es el Congreso de Estados Unidos el que debe votar, y se imaginarán ustedes cuán complejo es el proceso de votación dentro del Congreso donde hay 435 representantes en la Cámara y 100 senadores; pero es un trabajo en el cual muchas personas ya están inmersas y, más temprano que tar­de, yo pienso que finalmente el muro del bloqueo se va a derribar.
Ahora bien, muy importante, como mismo la Ley Helms-Burton dice que se le retiran al Presidente sus prerrogativas para él, por sí mismo, de un plumazo poner fin al bloqueo, inmediatamente en un párrafo más abajo, esa Ley dice que «esto no elimina las prerrogativas del Pre­sidente para, mediante licencias, aprobar determinadas transacciones con Cuba». Por tanto, el Presidente sí conserva, a la vez, otras prerrogativas que le permiten —como yo digo en un lenguaje sencillo— quitarle ladrillos al muro del bloqueo; de hecho, Clinton lo hizo. Dos años después de aprobada la Ley Helms-Burton, Clin­ton por primera vez permitió de nuevo, después de unos vaivenes, abrir un poco los viajes de los estadounidenses a Cuba, las visitas familiares de los cubanos residentes en Estados Unidos, el envío de algunas remesas, algunos intercambios de estos que ellos denominan pueblo a pueblo, intercambios educacionales, Clin­ton lo hizo y nadie lo objetó, porque en la Ley se reconoce que esa es su prerrogativa. Y Obama lo ha venido haciendo, de manera muy incipiente, al inicio de su mandato, cuando permitió de nuevo las visitas familiares a Cuba, el envío de remesas, y, de una manera más seguida, desde el 2015 para acá —como ya les dije— ha emitido cinco paquetes de medidas. Y Obama puede hacer más, Obama no ha agotado sus prerrogativas.
Les voy a resumir a continuación cuáles son las cosas que Obama no puede cambiar, porque están escritas en piedra por distintas leyes del bloqueo a Cuba. Recuerden que el bloqueo no es una sola ley, son muchas.
En primer lugar, ya les dije, Obama no puede él, por sí mismo, poner fin al bloqueo, le toca al Congreso. En segundo lugar, en el año 1996, la Ley Helms-Burton estableció que el Presidente no puede permitir que se realice ninguna transacción con propiedades estadounidenses que fueron nacionalizadas en Cuba. Por ejemplo, un ejemplo hipotético, pero que pue­de ser muy real, si mañana se permitiera a alguna empresa estadounidense invertir en Cuba, Obama no podría, u otro Pre­sidente no podría, porque la Ley Helms-Burton lo prohíbe, permitir que esa inversión se hiciera en una fábrica que antes del año 1960 hubiera pertenecido a una em­presa estadounidense que fue nacionalizada, eso está prohibido por Ley.
En tercer lugar, la Ley Torricelli, que por cierto antecedió a la Helms-Burton, en el año 1992, que fue una de las primeras de esta última etapa que recrudeció el bloqueo a Cuba, la Ley Torricelli prohíbe que subsidiarias de empresas de Estados Unidos en terceros países comercien con Cuba. El Presidente no puede cambiar esto.
Por ejemplo, si mañana una filial de la compañía General Electric quisiera venderle a Cuba paneles solares —de acuerdo con las regulaciones de Obama para ello se necesita financiamiento, por su­puesto, que es algo que está pendiente tam­bién, aunque está aprobado, no ha aparecido ningún banco que quiera dar financiamiento—; pero si una filial de la compañía General Electric en México qui­­siera venderle a Cuba paneles solares, no lo pudiera hacer, lo tendría que hacer la matriz de la General Electric en Estados Unidos, lo que establece ahí una contradicción. O sea, la matriz sí puede, pero su filial en otros países no, eso está prohibido por la Ley Torricelli. Y no fue por gusto que se hizo esto. Porque hasta el año 1992 Cuba compraba muchos medicamentos, alimentos, equipos a filiales de compañías norteamericanas en terceros países, y la Ley Torricelli cortó este comercio como una vía para recrudecer el bloqueo a Cuba.
En cuarto lugar, y esto está establecido en una Ley del año 2000, la Ley de Reforma a las Sanciones y de Expansión del Co­mercio —esa es la Ley que prohibió los viajes con fines turísticos a Cuba, a la vez que permitió ventas limitadas de alimentos a nuestro país— prohíbe que los estadounidenses viajen a Cuba para ha­cer turismo y, a su vez, estipula que los estadounidenses solo pueden venir a Cu­ba si califican en una de 12 categorías que se listan en la Ley: intercambios académicos, culturales, perio­distas, funcionarios de gobierno, familiares de cubanos que residen allá, etc. Por tanto, Obama aunque quisiera no podría liberalizar totalmente los viajes a Cuba, porque esa Ley del año 2000 prohíbe los viajes con fines turísticos.
Y en quinto lugar, esa misma Ley del año 2000, que permitió por primera vez las ventas de alimentos de Estados Uni­dos a Cuba, pero sujetas a muchas con­di­ciones, estipuló, entre otras, la prohibición del otorgamiento de créditos federales y privados a Cuba y la obligación de pagar en efectivo y por adelantado, lo cual pone al sector agrícola de ese país en desventaja frente a otros, que sí pudieran ofrecernos financiamientos privados para las exportaciones autorizadas, por su­puesto, siempre que aparezca una entidad bancaria dispuesta a darlos.
Esas son las cosas que Obama no pu­diera hacer, u otro Presidente, porque están prohibidas por la ley; pero, como ustedes ven, queda un enorme espacio para que pueda ejercer sus prerrogativas y hasta ahora no lo ha hecho. ¿Por qué no lo ha hecho? El gobierno de Estados Unidos insiste en que el presidente ha llegado al límite en términos legales del uso de sus prerrogativas; sin embargo, mu­chos abogados en Estados Unidos, incluyendo los que asesoran al gobierno de Cuba, plantean que no, que no es así y que todavía hay un amplio espectro de medidas que pudiera adoptar y que no ha hecho.
Nilexys (Facultad de Derecho, Univer­si­dad de La Habana).—Formo parte del Mo­delo de Naciones Unidas de La Ha­ba­na. En primer orden, quisiera agradecer a nombre de todos los que estamos aquí que haya tenido la oportunidad de compartir con nosotros este espacio informal en que nos ha aclarado ciertas dudas sobre el tema del bloqueo.
Quisiera preguntarle sobre la Ley de Co­mercio con el Enemigo, que en septiembre del 2015 Barack Obama, a pesar de este espacio que estábamos teniendo, o sea, el restablecimiento de las relaciones, ratificó las sanciones que se imponen a tenor de ella. O sea, ¿qué posibilidades hay de que Barack Obama, si fuese posible en estos momentos, o el próximo Pre­sidente de Estados Unidos de Nor­tea­mé­rica no renovara las sanciones que trae aparejada la aplicación de la Ley de Co­mercio con el Enemigo, que es desde 1917?
Josefina Vidal.—Como me pregunta una estudiante de Derecho, y con perdón de los demás que no estudian Derecho, me ha dado pie a dar una explicación que es complicada.
Miren, yo siempre digo que la madre de todas las leyes del bloqueo es la Ley de Comercio con el Enemigo, que se remonta al año 1917, se pueden imaginar, una ley para no comerciar con los enemigos de Estados Unidos en la Primera Guerra Mun­dial, pero esta es la ley que permitió a sucesivos presidentes de Estados Unidos, sobre la base de considerar que había una situación de emergencia nacional, imponer sanciones a distintos países. Esta es la Ley que usaron en los años cincuenta pa­ra imponer sanciones a Corea del Nor­te, esta la Ley que después utilizaron para imponer sanciones a Cuba, también a Vietnam.
Después de eso vinieron otras leyes del bloqueo: la Ley de Asistencia Exterior, de 1961; la Ley de Administración de las Exportaciones, de 1979; la Ley Torricelli, de 1992; la Ley Helms-Burton, de 1996; y la Ley de Reforma a las Sanciones, del 2000, que son las más importantes. Y de entonces para acá hay muchísimas regulaciones que se derivan de todas estas leyes.
Ahora bien, para que entiendan un po­co la complejidad del tema, en el año 1973 el Congreso de Estados Unidos comenzó a cuestionarse el hecho de que los presidentes de Estados Unidos, sobre la base de aquella Ley de Comercio con el Enemigo, sin invocar incluso situaciones de emergencia nacional, estaban imponiendo sanciones a cualquier país a diestra y siniestra, y afectando con ello los intereses económicos de Estados Unidos, y el Congreso de Estados Unidos decidió, a partir de ese momento, aprobar una nueva ley, que se llama la Ley de Poderes Econó­micos de Emergencia —se aprobó en 1973— y vino el dilema: ¿Qué hacer con las sanciones establecidas antes de esa fecha? Esta nueva Ley estableció claramente que para que un presidente pudiera anunciar e imponer sanciones a nuevos países, tenía que decretar, caso por caso, una situación de emergencia específica y no basarse globalmente en una situación de emergencia del pasado para seguir adoptando sanciones.
Para que entiendan, Kennedy decretó el bloqueo a Cuba sin establecer una emergencia particular para Cuba, sino usó la misma que se había declarado para Corea del Norte cuando la guerra en esa península en los años 50. Son cosas raras que ocurren, pero sobre la base de aquella emergencia se siguieron imponiendo sanciones, y entonces el Congreso dijo: No, de ahora en adelante para imponer sanciones hay que decretar, caso a caso, situaciones de emergencia.
Eso fue lo que hicieron con Venezuela, ¿recuerdan?, el año pasado, antes de decir que se imponían sanciones a determinados funcionarios venezolanos, el presidente Obama tuvo que decretar una si­tuación de emergencia y decir que en Ve­nezuela había una situación que amenazaba los intereses estadounidenses.
Bueno, en esa discusión en el año 1973 se dijo: Bueno, ¿qué hacemos con los sistemas de sanciones viejos, Cuba, Corea del Norte, Vietnam? La decisión fue no tocarlos, dejarlos como estaban, que si­guieran existiendo sobre la base de la Ley de Comercio con el Enemigo, y por lo tanto esa Ley de 1973 estableció que a partir de ese momento, para que las sanciones a Cuba, a Vietnam y a Corea del Nor­te pudieran continuar, cada año el presidente de turno tenía que decir que era conveniente a los intereses de Estados Unidos mantener esas sanciones. Así hi­cieron con Corea del Norte hasta que George W. Bush eliminó las sanciones como parte de un compromiso que se hizo en aquel momento, en el contexto del conflicto nuclear con ese país. Así fue con Vietnam hasta que en el año 1995 Clinton decidió levantarle el bloqueo, porque Clinton podía eliminar las sanciones a Vietnam de un plumazo, no había ninguna ley que se lo impidiera; pero el bloqueo de Cuba se mantiene y, por tanto, cada año, por esa Ley de 1973, el Presidente de Es­tados Unidos está obligado a decir que se mantienen las sanciones a Cuba bajo la Ley de Comercio con el Enemigo.
Muy interesante —y aquí termino esta explicación compleja—, los abogados del gobierno de Estados Unidos dicen que resulta conveniente mantener vivas las sanciones a Cuba bajo la Ley de Comercio con el Enemigo, porque plantean que esa Ley de allá de 1917 es la fuente de las prerrogativas ejecutivas que, aunque se reconocen también en 1996 en la Ley Helms-Burton, permiten al Presidente, por licencia, autorizar transacciones prohibidas.
Perdonen la compleja explicación, pe­ro es una pregunta que nos hacen a cada rato y pienso que puede haber sido de interés para ustedes la respuesta.
Por cierto, vale mencionar que si algún día un presidente decidiera actuar de manera diferente y no prorrogara las sanciones a Cuba en virtud de la Ley de Comercio con el Enemigo, ello no implicará la desaparición del bloqueo, pues recuerden que hay otras legislaciones en vigor que sustentan esta política.
Lin María (ISRI).—Entonces, Obama ha estado todos estos años confirmando la Ley...
Josefina Vidal.—Cómo no. No solo Oba­­ma, desde el año 1973, todos los presidentes, cada año, han tenido que hacer esto, lo que pasa es que en época de Obama es que todo el mundo se ha fijado más en esto; porque, ciertamente, resulta una contradicción que un presidente, y eso es obvio, que dice que el bloqueo es obsoleto, que el bloqueo daña a Cuba, que el bloqueo daña los intereses de Es­tados Unidos y hay que levantarlo, a su vez, año tras año, firme un papel que diga que es conveniente a los intereses de Es­tados Unidos mantener las sanciones a Cuba bajo la Ley de Comercio con el Ene­migo. Esas son de las grandes contradicciones que nosotros todavía vemos en la política de Estados Unidos hacia Cuba y que —como les dije— se ven reflejadas en la directiva presidencial que se acaba de aprobar.
Lin María.—Profesora, la pregunta original, cuando hablamos de esto, siempre hacemos como especie de dos bandos, ¿no?, para el debate, para agilizar las cosas entre Presidente y Congreso; pero dentro del Congreso, ¿cuáles son las posiciones con respecto al bloqueo, y qué intereses económicos median, y qué intereses son los que hacen que el Congreso, en su gran mayoría, todavía esté votando a favor de mantener el bloqueo?
Josefina Vidal.—Miren, en el Congreso hay sectores cada vez más visibles —debo decirlo— que se oponen al bloqueo, y el rechazo al bloqueo cada vez más es bipartidista. Como norma, en el pasado, se tendía a ver, porque era la generalidad, que los demócratas estaban a favor del levantamiento del bloqueo, en sentido general, y los republicanos en contra. Ya hoy no se puede decir eso.
De manera creciente nosotros vemos un núcleo tanto de demócratas como de republicanos que se oponen al bloqueo. Ojo, no se oponen al bloqueo la mayoría de ellos —esto es muy importante tenerlo en cuenta— porque dañe a Cuba, ni a la economía de Cuba, se oponen al bloqueo, en primer lugar, porque aprecian que daña los intereses económicos de Estados Unidos, y daña los intereses estratégicos de Estados Unidos en relación con Cuba; pero, como quiera que sea, se ha visto un incremento del debate y que nuevas fuerzas se unen a este rechazo al bloqueo.
Hay en este momento, más de 20 propuestas de ley para modificar aspectos del bloqueo, y muy curiosamente, la mayoría de ellas están siendo promovidas por republicanos, tanto en la Cá­mara de Re­pre­sentantes como en el Se­nado; pero en el Congreso es muy compleja la situación. Pa­ra que una ley pue­da ser sometida a debate no basta con que haya una masa crítica apoyando un proyecto, se requiere que el liderazgo del Partido que tiene el control del Senado o la Cámara de Representantes permita que esa propuesta se incluya en la agenda de votación. Y lo que ha estado ocurriendo es que a pesar de que hay apoyo, de que hay proyectos, los liderazgos, sobre todo en la Cámara de Re­pre­sen­tan­tes, todavía se oponen al levantamiento del bloqueo y no han querido facilitar que se lleven a discusión en el plenario y se sometan a votación estas propuestas legislativas.
Pero debo decir que, a su vez, hay un grupo de propuestas legislativas que buscan reforzar el bloqueo, o que pretenden revertir, por la vía legislativa lo que Obama ha aprobado por decisiones ejecutivas. Por tanto, esa situación creo que se va a mantener todavía por un tiempo. Hay elecciones ahora para el Congreso y creo que vamos a tener que esperar al año que viene para ver cómo avanza este debate.
Creo que la lluvia está poniendo fin al tiempo que teníamos previsto para este intercambio. ¿Hay alguna otra pregunta?
____________.—Profesora, quería pre­­guntarle... que ya se había presentado el Informe acerca de los daños que ha causado el bloqueo, en la ONU, y noso­tros quisiéramos saber algunos de los daños que ha causado en este último año, el incremento o la disminución de algunas cifras de pérdidas para nuestra economía, para el sector de la salud, etcétera.
Josefina Vidal.—En el Informe de Cu­ba sobre el bloqueo hay muchísimas cifras, no te las puedo decir de memoria. Los daños en un solo año han sido de más de 4 000 millones de dólares (4 680 millones), y los acumulados desde que se impuso el bloqueo sobrepasan los 125 000 millones (125 873 millones), los que considerando la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional ascienden a más de 700 000 mi­llones de dólares (753 688 millones). Hay muchísimos ejem­­plos de daños a la salud pública, a la esfera de la alimentación, al transporte, a la biotecnología. En fin, revisen el Informe para que vean ahí muchísimos datos que van a ser de interés y que demuestran que el bloqueo daña a toda la economía y a todos los sectores de nuestra sociedad.
Creo que tenemos que terminar, mu­chísimas gracias a todos (Aplausos).
Hasta luego.

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