martes, 15 de noviembre de 2016

Cómo traer a casa la esperanza en forma de una vacuna cubana contra el cáncer



Zuby Malik es una candidata improbable de violar el derecho internacional. Madre de 78 años de edad y con una corona de pelo plateado, es ginecóloga-obstetra jubilada con una inclinación por el orden.

Pero Malik está luchando por su vida. Después de recibir un diagnóstico hace un año de cáncer de pulmón de células no pequeñas en la Etapa 4, agotó muchos de los tratamientos disponibles y se enfrentó a efectos secundarios dolorosos que le provocaron hormigueos y falta de aire. Durante el verano, decidió ir a Cuba y utilizar una vacuna contra el cáncer que no está aprobada en los Estados Unidos. Como ella viene de una familia vinculada a la formación médica, la decisión fue aún más difícil.

“Al principio estaba un poco nerviosa”, dijo Malik, sentada en la sala de estar de su casa del norte de California, flanqueada por un tanque de oxígeno y una mesa de medicinas. “Pero los tratamientos estadounidenses no me estaban ayudando, y decidí que debía ir a Cuba. ¿Qué otra opción tengo?”

Poco después de comenzar la medicación, dijo, su respiración se hizo más fácil y su energía regresó. En su refrigerador hay una caja de frascos de la vacuna, con tapa azul y naranja.

Otros pacientes con cáncer siguen el mismo rastro improbable. Desde que comenzó el proceso de normalización de las relaciones con los Estados Unidos en 2014, Cuba se ha convertido en un atractivo turístico con sus playas vírgenes y su vibrante vida nocturna. Pero el país también cuenta con una sólida industria biotecnológica que ha generado una innovadora vacuna llamada Cimavax. Es parte de un nuevo capítulo del tratamiento del cáncer conocido como inmunoterapia, que impulsa al sistema inmunológico del individuo a atacar la enfermedad.

Cimavax es una vacuna terapéutica desarrollada no para prevenir el cáncer, sino para detener su crecimiento y evitar que se repita en pacientes con cáncer de pulmón de células no pequeñas. Desarrollado en Cuba y disponible para pacientes allí desde 2011, funciona dirigiéndose a una proteína llamada factor de crecimiento epidérmico, o E.G.F., que permite el crecimiento de células de cáncer de pulmón. La vacuna estimula el sistema inmunológico del individuo al producir anticuerpos que controlan el E.G.F. y limitan el crecimiento del cáncer. También está disponible en Perú, Paraguay, Colombia y Bosnia y Herzegovina.

El mes pasado, el Gobernador de Nueva York, Andrew M. Cuomo, anunció que el Roswell Park Cancer Institute, un centro sin fines de lucro y con sede en Buffalo, patrocinado por el Instituto Nacional del Cáncer, había recibido autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) para llevar a cabo un ensayo clínico de Cimavax. Es la primera vez desde el triunfo de la Revolución cubana que instituciones estadounidenses han sido autorizadas a participar en una empresa conjunta con similares en la Isla, dijo el presidente ejecutivo de Roswell Park, Candace S. Johnson.

La conclusión de estos ensayos podría tomar años, pero los pacientes con cáncer en EEUU no esperan. Durante los últimos dos años, decenas de personas han ido a La Habana e introdujeron en EEUU de contrabando los frascos de la vacuna en cajas de almuerzo refrigeradas, y a veces ni siquiera se lo decían a sus médicos. Hablar de Cimavax en las redes en línea de pacientes oncológicos ha ido aumentando constantemente, a medida que las relaciones entre los dos países se han calentado, y más pacientes están haciendo los preparativos para ir.

“No hay duda de que sin este medicamento estaría muerto”, dijo Mick Phillips, de 69 años, de Appleton, Wisconsin, quien fue a Cuba por primera vez en 2012 y regresa anualmente desde entonces. “Cuando éramos niños, nos enseñaron que los cubanos no sabían lo que estaban haciendo. Resulta que sí saben lo que hacen.”

A pesar de experiencias como las de Phillips, los resultados de los ensayos clínicos en Cuba han mostrado sólo un modesto beneficio. En el ensayo más reciente, los pacientes que recibieron la vacuna después de la quimioterapia vivieron alrededor de tres a cinco meses más que los pacientes que no la recibieron. El estudio, publicado a principios de este año en la revista revisada por sus pares Clinical Cancer Research, también encontró que los pacientes vacunados con altas concentraciones de E.G.F. en su sangre vivían aún más.

El embargo de los Estados Unidos contra la Isla prohíbe la importación de la mayoría de las mercancías procedentes de Cuba, incluida la medicación, si una licencia. A los ciudadanos estadounidenses se les permite ahora viajar a Cuba si su propósito cae dentro de una docena de categorías aprobadas por el Departamento del Tesoro, pero buscar atención médica no es una de ellas.

La mayoría de los pacientes que viajan a Cuba lo hacen a través de un tercer país como Canadá o viajan bajo una categoría general llamada “people to people”. Ninguno ha declarado a los funcionarios de aduanas las docenas de frascos de Cimavax que traen escondidos en sus mochilas o maletas. Stephen Sapp, oficial de asuntos públicos de la Aduana y Protección Fronteriza de Estados Unidos, dice que no hay registro de que se haya interceptado Cimavax en la frontera de Estados Unidos. Si lo fuera, no está claro qué podría suceder.

Bajo la “política de importación personal de la FDA, algunos medicamentos no aprobados pueden ser traídos al país si no hay una alternativa adecuada disponible en los Estados Unidos, o si el tratamiento comenzó en un país extranjero y la cantidad se limita a un suministro para un período de tres meses. Además, el Departamento del Tesoro recientemente estableció una nueva licencia general que permite a los ciudadanos estadounidenses importar productos farmacéuticos cubanos bajo ciertas circunstancias. Pero en el caso de Cimavax, al parecer, la regulación nunca ha sido sometida a prueba.

El hijo de Malik, Nauman, llevó 80 ámpulas de la vacuna y un juego de jeringas en su mochila cuando él y su madre volaron a Los Ángeles desde Cuba en junio. Los pacientes generalmente reciben una ronda inicial de cuatro inyecciones en La Pradera, un centro de salud internacional que atiende principalmente a extranjeros que hacen turismo de salud en La Habana – dos pinchazos en los brazos y dos en los glúteos- y luego continúan inyectándose periódicamente en su casa por varios meses. En el aeropuerto, el señor Malik escribió en su formulario de declaración que llevaba medicamentos, pero dijo que las autoridades no le preguntaron qué era.

“Estaba listo para una discusión, pero esta nunca ocurrió”, dijo.

Los investigadores cubanos comenzaron a trabajar en Cimavax en la década de 1990, motivados en parte por la alta tasa de cáncer de pulmón en el país. Un estudio de 1995 produjo la evidencia más temprana publicada de la viabilidad de inducir una respuesta inmune contra el factor de crecimiento epidérmico en pacientes con tumores avanzados, según un artículo publicado en 2010 en Medicc Review, una revista internacional dedicada a la medicina cubana.

El Dr. Kelvin Lee, presidente de inmunología del Roswell Park, ha estado colaborando con científicos del Centro de Inmunología Molecular de Cuba desde el 2011. Dijo que esperaba que la vacuna pudiera ser usada en otros cánceres de cabeza y cuello y, en última instancia, “prevenir el cáncer”.

Los pacientes en Cuba comenzaron a recibir la vacuna gratuitamente en 2011, y se ha administrado a más de 4.000 pacientes en todo el mundo, según Roswell Park. Los investigadores del cáncer de pulmón y de la inmunoterapia están intrigados por el ensayo propuesto por Roswell Park, que combinaría la vacuna con una forma de la inmunoterapia que funciona como inhibidor de las células cancerígenas e impide que se apague el sistema inmune de un paciente. El ensayo de Roswell intenta utilizar el fármaco Opdivo, uno de los cuatro inhibidores aprobados por la FDA.

Pero los científicos también mantienen reservas en su evaluación de Cimavax, en parte porque los ensayos cubanos se hicieron en un número relativamente pequeño de pacientes. Existe la preocupación de que la vacuna haya recibido una atención desproporcionada ante el flujo de las relaciones recientes entre los dos países.

“Los datos son interesantes, pero necesitamos hacer estudios más definitivos para evaluar los beneficios”, dijo Justin F. Gainor, un oncólogo torácico del Hospital General de Massachusetts que trabaja en el diseño de ensayos clínicos para nuevas terapias. “En este momento, las evidencias no apoyan su uso fuera del proceso del ensayo clínico.”

El sistema cubano de atención de la salud ha sido reconocido desde hace mucho tiempo por brindar atención sanitaria de alta calidad. Un informe de 2015 sobre el sistema de salud cubano realizado por la Organización Mundial de la Salud señaló: “En Cuba, los productos se desarrollaron para resolver problemas de salud apremiantes, a diferencia de otros países donde predominaban los intereses comerciales”.

Con Cimavax migrando a los Estados Unidos, esos intereses comerciales ya están entrando en juego. En Cuba, un ámpula de cuatro dosis de Cimavax cuesta producirla unos 100 dólares, dijo el Dr. Lee. El Sr. Phillips, de Appleton, Wisconsin, estima que paga alrededor de 9 000 dólares por su suministro anual de Cimavax, alrededor de 1 500 la dosis, que una enfermera visitante le administra cada dos meses. Aunque algunos pacientes dicen que el precio bajó recientemente a cerca de 850 dólares la dosis, el costo total del viaje puede correr fácilmente en más de 15.000 dólares, incluyendo pasajes aéreos, alojamiento en La Pradera durante varias noches y varios meses de la vacuna.

Phillips, un fumador de toda la vida que recibió un diagnóstico de cáncer de pulmón en 2009, dijo que valía la pena cada centavo. Después de la quimioterapia y radiaciones, su cáncer regresó en 2010.

“Desde que he estado tomando Cimavax, no ha vuelto”, dijo Phillips, quien viaja a Cuba vía Toronto.

La forma en que otros pacientes están accediendo a Cimavax es difícil de medir. El oncólogo de la Sra. Malik declinó ser entrevistado, diciendo que no sabía lo suficiente sobre el medicamento. Varios pacientes dijeron que no habían dicho a sus médicos por temor a que se negaran a tratarlos.

“Me temo que no me tratará si estoy siendo tratado por un médico cubano”, dijo una mujer de 57 años llamada Lily, quien inició Cimavax en Cuba en junio y pidió no ser identificada porque tiene miedo de las consecuencias por no declararlo. “Creo que mi médico tendrá miedo por la responsabilidad o problemas de negligencia si él me trata mientras estoy tomando algo que no está aprobado por la FDA.”

En los cinco meses en que Malik empezó a tomar Cimavax, su experiencia ha sido mixta. Inicialmente, el líquido en sus pulmones disminuyó significativamente, dándole energía renovada y permitiéndole moverse sin su andador. Pero recientemente, el líquido ha comenzado a acumularse en su pulmón derecho, y se ha sentido débil y con falta de aire. Su hijo dice que es probable que cambie a un nuevo medicamento pronto y deje de tomar Cimavax.

“No es la panacea que esperábamos”, dijo. “Es realmente como ir al Lejano Oeste tratando de saber que es lo mejor que se puede hacer.”

Las historias de pacientes que regresan de Cuba reciben gran atención en la red social de salud en línea Inspire, que apoya a un grupo sobre el cáncer de pulmón con unos 53.000 miembros. Ellos comparten información acerca de cómo viajar bajo el radar y qué tamaño de caja refrigerada es la mejor (para traer las vacunas).

“Tenemos muchas preguntas”, dijo Judy Gallant, propietaria de P & G Travel, que tiene oficinas en Ontario y La Habana, y está planeando viajes a Cuba para media docena de pacientes estadounidenses. “Dejamos claro que no somos personal médico. Sólo les ayudamos a conectarse con las personas que lo son”.

Algunos pacientes estadounidenses tienen una nueva preocupación: cuando Donald J. Trump, el presidente electo, asuma el cargo, podría agredir a Cuba y hacer más difícil que los pacientes viajen allí. Pero Mick Phillips no parece preocupado.

“Creo que vamos a estar bien”, dijo. “Trump puede hacer muchas cosas, pero no creo que esté en sus prioridades impedir que la gente pueda vivir”.

(Publicado originalmente en The New York Times: Trying to Bring Home Hope From Cuba in the Form of a Cancer Vaccine. Versión de Cubadebate)

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